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El año mágico de Novak Djokovic ya tiene recompensa. Y no se trata únicamente de los 41 partidos ganados de manera consecutiva en este curso, o de haber ganado siete títulos, o por alcanzar por primera vez la final de Wimbledon, sino porque, finalmente, a los 24 años y 43 días de edad, se corona como número uno del mundo, desbancando a Rafa Nadal.

"Es difícil expresar con palabras lo que se siente al estar en la final", dijo Djokovic a pie de pista nada más terminar su encuentro, en el que perdió dos bolas de partido en el tercer set antes de amarrar la victoria en el cuarto.

El marcador final de 7-6, 6-2, 6-7 y 6-3 incluyó una pájara inicial, vuelos espectaculares junto a la red, un desempate frenético y por fin, la explosión final de júbilo rodillas hincadas, puños apretados y vista al cielo para celebrar no tanto el título en el horizonte como la gloria que le espera cuando el lunes se actualice el ránking de la ATP.

"Es uno de los logros más importantes de mi carrera y de mi vida", afirmó. "Cuando sabes que vas a ser el número uno del mundo y alcanzas la final de tu torneo favorito, es algo especial", dijo a los periodistas.



"Nadal y Federer son increíblemente consistentes en sus victorias y han sido dominadores los últimos dos años. No dan muchas oportunidades para convertirse en número uno, así que supongo que hay que perder solo un partido en siete meses para poder lograrlo. Y si lo consigues, entonces puedes decir 'bien hecho'".

Y lo cierto es que Djokovic alcanza su deseada meta en el que no ha sido su mejor torneo del año y en un partido en el que no fue tan dominador como en la primera mitad del año.

"Ahora voy a celebrarlo y a tomarme un tiempo pero enseguida viene otro partido. He trabajado toda mi vida para esto, lo he soñado desde que empecé a jugar al tenis con cuatro años". Veinte años más tarde, su sueño se ha hecho realidad.